¿Qué hace único al Chaco paraguayo?
El Gran Chaco es el segundo bioma más grande de Sudamérica y, en Paraguay, ocupa cerca del 60% del territorio nacional. Con un clima semiárido, lluvias irregulares y suelos frágiles, el Chaco paraguayo representa un reto complejo para la ganadería.
Apesar de estas limitaciones, la región se ha convertido en motor de crecimiento para la carne bovina paraguaya, impulsada por la creciente demanda internacional. Sin embargo, este desarrollo viene acompañado de serios problemas ambientales y productivos que ponen en duda la sostenibilidad del sistema.
El avance de la deforestación en el Chaco paraguayo
Paraguay se encuentra entre los países con mayores tasas de deforestación en las últimas dos décadas. Entre 1999 y 2021, el Chaco perdió más del 30% de su cobertura boscosa nativa, principalmente para habilitar pasturas y cultivos. En algunos años, la pérdida superó las 250.000 hectáreas anuales.
La eliminación del monte no solo afecta la biodiversidad (hogar de especies emblemáticas como el tatú carreta, el jaguar y el tapir) sino también la propia ganadería. La falta de sombra y de equilibrio ecológico aumenta el estrés térmico del ganado, reduce la disponibilidad de agua y deteriora la calidad de las pasturas.
Cambio climático y estrés hídrico
El aumento de las temperaturas y la reducción de las precipitaciones agravan las condiciones del Chaco paraguayo. Muchos productores reportan que el agua subterránea es cada vez más profunda y costosa de extraer. Esto eleva los costos de producción, ya que obliga a invertir en perforaciones y sistemas de almacenamiento.
La variabilidad climática hace que la ganadería sea menos previsible, dificultando el diseño de planes de mediano y largo plazo. Esta situación obliga a repensar los modelos productivos para hacerlos más resilientes frente a un clima en constante transformación.

Productividad ganadera limitada
Aunque la superficie destinada a la ganadería crece año tras año, los indicadores de productividad en el Chaco siguen siendo bajos. En muchas estancias, la tasa de destete no supera el 50%, debido a:
- Deficiencias en suplementación y nutrición animal
- Problemas sanitarios frecuentes
- Infraestructura inadecuada
- Limitada asistencia técnica especializada
Esto significa que el crecimiento se ha basado más en la expansión territorial que en la eficiencia. Modernizar los sistemas, incorporar tecnologías de Pecuaria de Precisíon y mejorar la gestión son pasos claves para producir más carne en menos superficie.
La presión de los mercados internacionales
La carne paraguaya tiene un rol destacado en el comercio global, con destinos como Chile, Israel, Rusia y la Unión Europea. No obstante, la entrada en vigor de regulaciones como la EUDR (Reglamento Europeo de Deforestación Cero) plantea un desafío adicional.
Los compradores internacionales demandan cada vez más trazabilidad, transparencia y certificaciones ambientales. Esto significa que los productores que no adopten prácticas sostenibles corren el riesgo de quedar fuera de los mercados más rentables.
Caminos hacia una ganadería sostenible en el Chaco
Frente a estos desafíos, ya existen proyectos y prácticas en el Paraguay que muestran alternativas viables:
- Manejo rotacional de pasturas para evitar la degradación del suelo y mantener forraje de calidad.
- Integración ganadería-bosque, preservando áreas de monte que brindan sombra, protegen el suelo y conservan la biodiversidad.
- Tecnologías de monitoreo climático y nutricional, que permiten tomar decisiones basadas en datos y optimizar los costos.
- Reforestación y recuperación de áreas degradadas, que mejoran la retención de agua y aumentan la productividad a largo plazo.
Llevá tu producción a otro nivel
El Chaco es clave para el crecimiento de la ganadería nacional, pero enfrenta desafíos serios: deforestación, baja productividad y vulnerabilidad climática. La solución no está en expandir más la frontera, sino en apostar por modelos sostenibles, eficientes y certificados que permitan al Paraguay competir en mercados internacionales sin sacrificar su patrimonio natural.
La ganadería puede seguir siendo un motor económico para el país, siempre y cuando avance de la mano de la conservación del Chaco y de la adopción de prácticas más responsables.
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